Ahora todas las empresas, grandes y pequeñas, luchan por el mismo talento en un mercado sin barreras.
Se buscan personas que quieran algo más que una carrera para toda la vida, que deseen rapidez, propuestas constantes de proyectos interesantes, flexibilidad, y buenos compañeros.
Nuevos perfiles laborales
Los nuevos treintañeros están implementando una nueva forma de entender el trabajo:
Hacer videollamadas, con el otro ojo en la pantalla de su móvil, donde se entremezclan su vida personal y profesional, hasta confundirse en un todo difuminado.
Con bastante flexibilidad laboral y formación continua.
Líderes en un entorno adecuado, se transformarán en imanes para las personas con más talento del planeta.
Pero mucho más importante que todo lo anterior es el modo, no presta un servicio sí que aporten su personalidad al proyecto. Sentirse un trabajador del futuro.
Nuevas aportaciones del empleado en este nuevo planteamiento.
La tecnología ha traído cambios drásticos en el mundo del trabajo, por lo que vive en la hiperconectividad.
El teléfono aceleró el ritmo de un mundo que dejaba de depender del correo físico, pero las nuevas tecnologías han provocado algo mucho más drástico: han hecho prescindibles los horarios y los espacios comunes, han multiplicado la disponibilidad y fomentado la promiscuidad entre trabajadores y empleadores.
Esto último es clave para empezar a entender el cambio.
En un entorno en el que cualquiera puede exponer su talento ante todos, ya sea con un portafolio en forma de cuenta de Instagram o con currículo en LinkedIn, las empresas tienen un acceso exponencialmente más fácil a los posibles empleados.
Las empresas son las que tienen que resultar atractivas a los trabajadores, y no como hasta ahora.
Mayor autonomía laboral del empleado.
Controla su tiempo, los objetivos, lo que quiere aprender y en donde quiere trabajar.
Sobre todo destaca, “el buen ambiente que hay entre los compañeros”.
Resalta además la regla del 20%:
“Corresponde a la parte del tiempo que puedes dedicar a un proyecto o concepto a desarrollar, que esté vinculado con la empresa”.
Te dan alas para aportar ideas más allá de tu sector.
Otras compañías, también utilizan ideas audaces como periodos sabáticos remunerados.
Difuminar la cadena de mando y las funciones de los trabajadores, permitiendo que los jefes de los proyectos se repartan y se elijan por votación.
Los lugares de trabajo se adaptan a estos nuevos parámetros.
Asignar espacios concretos de la oficina, como premio un despacho a un trabajador leal que haya ascendido, esta dinámica resulta menos productiva.
Cambian a espacios de trabajo no nominativos, es decir, que nadie tiene un sitio permanente.
No hay papel, no hay armarios para nadie. Se disponen paralelas de grandes mesas para instigar la interactividad.
La amenaza del modelo Hollywood.
Se aplica la lógica de un rodaje a todos los ámbitos laborales.
Se identifica un proyecto, se reúne un equipo, se trabaja lo justo y necesario para completar la tarea y el equipo después ya se desintegra. Es el modelo con el que ahora se construyen puentes, diseñan aplicaciones para abrir restaurantes.
Se generaliza un tipo de trabajador autónomo o parecido, que trabaja con la tecnología, la cual se pone a su disposición, en equipos que durara hasta que se termine el proyecto.
Cada vez nos encontramos más personas que trabajan casi como freelance, pagando por una cuota de entre un rango bajo a uno alto de pesos al mes.
Ofrecen cobertura en seguridad social y otras circunstancias, no se trata de perder la estabilidad, sino que las empresas acaben usando este modelo dentro de sí mismas para ofrecerle al empleado, como una forma de proyectos, son los siguientes pasos de su vida laboral.
Sería insostenible que fuésemos todos “autónomos”.
En Conclusión
Uber ha multiplicado tanto los empleos basura, como la economía sumergida (como en antaño la maquila buscaba empleos baratos).
La economía de bolos puede ser el futuro, pero hay que empezar a reconocer que es trabajo, y el cual tiene que ser decente. La protección laboral no es incompatible con la innovación.
La OIT acaba de abrir una línea de investigación en torno al “futuro del empleo”. Resume que el futuro no hay que predecirlo, sino regularlo: Cabe preguntarse si la revolución tecnológica, que se caracteriza por la utilización de megadatos, impresoras 3D y robots, ofrece un potencial tan grande como para reemplazar la mano de obra.
El mercado laboral se va a polarizar: la gente de baja cualificación, puestos de bajo valor agregado y sueldos bajos, son los que más riesgo van a correr.
Los drones entregarán pedidos, los robots fabricarán todo y los vehículos autotripulados transportarán mercancías.
La tecnología siempre ha acabado creando más empleos de los que ha destruido. En el futuro todo será diferente y todo será igual. En otras palabras, será el futuro de siempre.