Leif Edvinsson, reconocido teórico organizacional sueco, profesor de la Universidad de Lund y consultor, conocido por su trabajo en capital intelectual y gestión del conocimiento, sostiene que “El único valor vital que una empresa tiene es la experiencia, habilidades, innovación y conocimientos de sus empleados”.
El permanente cambio del contexto, la globalización, y la valoración del conocimiento, son tres escenarios que inciden de forma importante en la conformación de equipos de trabajo eficientes, por eso algunas organizaciones utilizan el término Talento Humano en vez del término Recurso Humano.
Algunos autores refieren que el Recurso Humano concibe a la persona como un engranaje más de la maquinaria de producción, y por lo tanto fácilmente sustituible, catalogando así a las personas como un instrumento material más.
Cuando hablamos de Talento Humano, estamos tomando en consideración que éste es el capital principal porque posee habilidades y características que le dan vida, movimiento y acción a la organización para que sea exitosa.
Con esta visión, estamos considerando a los colaboradores de la empresa como indispensables para que la organización logre sus objetivos, precisamente por su talento.
Es mucho el tiempo invertido para reclutar, capacitar y desarrollar el personal necesario para la creación de equipo de trabajos competitivos; por lo que ahora las organizaciones consideran al talento humano como su capital más valioso, y la correcta administración de los mismos como una de sus tareas más decisivas.
Administrar el Talento Humano es una tarea muy compleja que inclusive pueden ser contada por años, pues cada individuo está sujeto a muchas variables y entre ellas las diferencias en cuanto a aptitudes y patrones de comportamientos derivados de sus desarrollo laboral y cultural.
Si las organizaciones se componen de personas, el estudio integral de las mismas constituye el elemento básico para estudiar a las organizaciones, y particularmente la Administración del Talento Humano.