La cultura empresarial distingue a una compañía de sus competidores.

Stephen P. Robbins, profesor emérito de Administración en la Universidad Estatal de San Diego, y escritor ampliamente conocido por sus investigaciones en gestión y comportamiento organizacional, asegura que la cultura desempeña numerosas funciones dentro de la empresa.

Según Robbins, la cultura también “transmite un sentido de identidad a los miembros de la empresa, facilita la generación de un compromiso con algo más grande que el interés personal de un individuo, e incrementa la estabilidad del sistema social”.

Una cultura organizacional integra las actitudes y compromiso de los empleados para que la organización logre resultados competitivos, no debe ser permanente ni rígida, y comprende los valores compartidos por las personas dentro de una compañía.

Para diseñar una cultura organizacional sólida es importante conformar un equipo comprometido y no limitarse a ser solo un conjunto de normas y objetivos impuestos. La cultura organizacional no puede ser estática, tiene que adaptarse a los nuevos tiempos y actualizarse, solo así se podrá integrar exitosamente la cultura en todos los departamentos y áreas de la organización.

Es importante poner atención al lenguaje que usan las personas dentro de la empresa para comunicarse. Las conversaciones, en todos los niveles de la organización, deben ser un reflejo de su cultura corporativa.

Una forma adecuada de “controlar” el ambiente conversacional es el respeto. Por ejemplo, se tiene la situación hipotética de un trabajador que se queja o habla mal de otro compañero. En ese caso, su superior no debe levantar la voz al comunicarse con él, sino saber hacerle entender su falla desde la razón y dirigirlo hacia otro tipo de conversación.

No sólo se debe elegir a un candidato por sus habilidades técnicas y experiencia. También es importante tomarse el tiempo necesario para poder escoger a los postulantes en función de su adecuación cultural con la empresa.

Un mecanismo de filtro que se podría aplicar en estos casos es utilizar el periodo de prueba. Así, se podría evaluar al empleado en su nuevo trabajo, medir su trato con sus compañeros y su capacidad de reacción ante situaciones específicas. De esta manera se podría tomar una decisión certera al respecto de su contratación, que no perjudique el ambiente organizacional ni vaya en contra de los valores y principios de la empresa.