Invertir en una cultura de inclusión y diversidad.

Las empresas que invierten en desarrollar una cultura de inclusión y diversidad demuestran preocupación por su entorno, sensibilidad y valores que, además, comparten con sus empleados haciéndoles ser parte de una realidad laboral diversa que se enriquece con capacidades diferentes.

Por otro lado, las diferentes capacidades que desarrollan las personas con discapacidad y que les ayudan a buscar soluciones diferentes para hacer frente a sus retos, les convierten en un talento flexible que aporta innovación y capacidades diferentes a las compañías y, con ello, refuerza el atractivo externo de la empresa y su capacidad de adaptación al cambio.

Además, las políticas inclusivas generan un espíritu de integración y trabajo en equipo, requieren del compromiso y sensibilización del resto de empleados, lo que permite impulsar una mayor cohesión en los equipos y mejora del clima laboral.

Para las empresas es muy importante impulsar la responsabilidad social, especialmente en lo relativo a aspectos de inclusión, integración, diversidad e igualdad de oportunidades con base en el conocimiento de los retos que afrontan en el proceso de ser incluyentes y lo importante que es la sensibilización y la normalización, antes durante y después de los procesos de integración.