La batalla constante por la competitividad lleva a las empresas a redefinir sus estrategias y buscar aliados para ser cada vez más ligeras, ágiles y orientadas al cliente.
Este precepto da lugar al outsourcing como herramienta clave para este proceso, ya que permite a las compañías centrarse en el desarrollo de su “know – how” y dejan en manos de especialistas la gestión de actividades secundarias que no forman parte de su “Core business”, siempre y cuando que se contrate con un outsourcing que tenga la experiencia y la fortaleza económica que pueda asumir las labores que se le encomienden
Aunque la mayoría de las empresas externaliza en un primer momento para reducir gastos, cada vez son más las compañías que lo hacen para conseguir beneficios estratégicos.
Las ventajas directas del outsourcing son: ahorro de costos, traslado de inversiones al proveedor, incremento de la productividad, transformación de costos fijos en variables, salida de personal de la estructura de la compañía, entre otras más.
Y de forma indirecta otras ventajas son: agilización de la gestión del cambio, flexibilización de las estructuras, profesionalización de los servicios y traspaso de riesgos.
El monto de la rentabilidad para una empresa por tercerizar no se puede estandarizar en un porcentaje de ahorro de costos, ya que este depende del grado de tercerización al que esté dispuesta la empresa a llegar, así como de la decisión de integrar este proceso en un solo proveedor o la duración misma de los contratos que se celebren.
Sin lugar a dudas, los ahorros efectivos tienden a ser más notorios con el paso del tiempo.
Esto es una buena opción para las empresas de cualquier tamaño porque permite que la empresa se dedique exclusivamente a la razón de ser de su negocio, este enfoque en el negocio, conlleva a aumentos de productividad, ahorros de costos y mejora en su propia gestión.