En general, los candidatos a un empleo, más que mentir, exageran situaciones; pero no hay que rebasar ninguna línea, pues si el entrevistador comprueba que el candidato ha dicho una gran mentira, este será excluido, ya que alguien que afirma haber trabajado en una empresa donde no lo ha hecho o asegura tener una formación que no ha recibido, nunca será de fiar.
Es cierto que existe un acuerdo tácito entre las partes. Una especie de guión no escrito que incluye medias mentiras que el entrevistador deja pasar como medias verdades.
Las mentiras más comunes son:
1.- El salario percibido en el empleo anterior. Descubrir cómo el candidato ha escogido el sueldo que más ha cobrado en su vida y lo convierte en su franja salarial habitual, no es motivo suficiente para descartarlo. De hecho, es algo que entra dentro del día a día en la selección de personal.
2.- El tiempo en el empleo. Muchos entrevistados te dicen que estuvieron tres años en su anterior empresa, y la realidad no es así.
3.- Los idiomas. Es habitual que un candidato maquille algunos aspectos de su currículum, como el nivel de inglés, este comportamiento nunca es justificable desde el punto de vista del consultor. No tengo forma de comprobar mis estudios, pero puedo mantener una conversación, lo cual no valdrá a la hora de la verdad, cuando tenga que demostrar su speaking.
4.- Me encanta el deporte y soy voluntariado social. Hay detalles de su vida que no es necesario compartir. Especialmente, el del apartado de las aficiones. Basta con que elabore una lista con sus intereses más relevantes y positivos.
5.- Si no puede mentir, mejor es callarse. Entre las opciones que no dicen la verdad, esta tercera vía es, quizá la menos mala: En ocasiones, no es necesario dar todos los detalles relacionados con la vida laboral anterior.
La comunicación no verbal también puede ser sincera o mentirosa y el entrevistador sabe detectar cuándo el candidato le está dando gato por liebre: el enrojecimiento de las mejillas o las orejas, no fijar la mirada en el interlocutor, tocarse con frecuencia la nariz o taparse la boca al hablar, son signos que nos inducen a pensar que el candidato no está siendo del todo sincero.
Fuente: El País